jueves, julio 13, 2006

LOS PERUANOS EN CHILE (El factor cultural)

Ensayo presentado para la cátedra “Estudios Culturales”, de la profesora Marcela Tovar Restrepo.



“En Sudamérica nadie quiere pelear,
La guerra diaria es para comprar el pan”
Fiskales ad hok
(“Sudamérica-no”, “Calavera”, 2002)



El discurso del otro
Un tema que es muy interesante de tratar en el contexto de la economía globalizada, son las problemáticas que surgen al interior de los propios estados-nación, que vienen encadenadas a las nuevas formas de producción y de ordenamiento económico a nivel mundial. Los constantes traslados de mano de obra, desde distintos puntos del planeta hacia lugares con mejores posibilidades económicas, han hecho surgir nuevas “identidades culturales” que nacen desde los intersticios, desde los entremedios. De esta forma, según Homi K. Bhabha, las culturas se construyen de una forma no fija, si no que activamente, de manera híbrida(1). Desde esta perspectiva nace también una nueva forma de mirar las relaciones al interior de estas culturas híbridas, que es la construcción del discurso del otro, del extranjero, y sobre todo, del inmigrante, que saca a relucir los últimos destellos de los nacionalismos ortodoxos presentes en cada país. Es el caso, por ejemplo, de los peruanos en nuestro país, tema que será tratado en este ensayo.
El nuevo ordenamiento económico no se olvida de las antiguas formas de crear los discursos acerca del “otro”, del “no nacional”, del inmigrante. Estos discursos tienen muy marcadas las relaciones de poder existentes, tanto al interior de cada país, como en relaciones internacionales, generalmente bilaterales; así también estas relaciones de hegemonía –tal como la describe Gramsci, y que será explicado más adelante-, son ilustrativas de relaciones de discriminación y xenofobia, particularmente desde la caracterización hacia ciertos inmigrantes como personas que vienen a ocupar puestos de trabajo a los nacionales.
Desde el mismo contexto teórico –no así el geográfico-, Edward Said describe extensamente el período colonial franco-británico, particularmente en África y Asia, y a través de este proceso, explica cómo se fue construyendo un discurso acerca de oriente, que Said llama “orientalismo”, el cual encierra una serie de estudios –que incluso pueden pasar a llamarse disciplina-, el cual está conformado por una visión recortada de lo que es oriente, pero que persigue fines estratégicos a la hora de generar riqueza en los países colonizadores(2).
Este tema se puede traer a la actualidad, donde se genera todo un proceso interno en cada país, utilizando los márgenes de poder establecidos, para hablar acerca del otro, como un ser relativamente más débil que nosotros, el que por lo tanto, nos debe sumisión y obediencia. Además, este discurso surge desde la sociedad que conoce, por lo que el conocimiento se transforma luego en más poder. Es aquí donde resulta apropiada la postura de Said de que oriente es para los occidentales lo que los propios occidentales dicen de oriente, es decir, lo que el orientalismo dice sobre oriente(3).
En forma análoga, ocurren hechos a nivel global que nos dan a entender estos principios planteados por Said. Por ejemplo, la invasión de Estados Unidos a Irak, y el primer argumento de la búsqueda de armas de destrucción masiva. Ese discurso pudo ser sustentado a la ciudadanía estadounidense en base a dos hechos fundamentales: primero, el conocimiento que existía –y que existe- en Estados Unidos sobre Irak es el emanado de la oficialidad civil y militar norteamericana, que moldeó Irak a su antojo, permitiendo hipotetizar sobre la existencia de armas de destrucción masiva. El segundo hecho clave fueron los ataques del 11 de septiembre de 2001, que entregó a la sociedad norteamericana la posibilidad de demonizar al otro, en este caso al islámico.
Pero para entender esta particular relación que existe entre el discurso dominante y la designación de inferioridad hacia el “otro”, es necesario entender el concepto de hegemonía. Y para esto, los postulados de Gramsci resultan muy útiles. Este autor comienza efectuando una distinción entre sociedad civil y sociedad política: la primera compuesta por las asociaciones voluntarias (familia, sindicatos, etc.) y la segunda por instituciones estatales (ejército, policía, etc.). La cultura, según Gramsci, funciona en el marco de la sociedad civil, donde la influencia se ejerce no a través de la dominación, sino que del consenso. De esta forma, en cualquier sociedad no totalitaria algunas formas culturales predominan sobre otras y algunas ideas se hacen más influyentes. A esta supremacía cultural, Gramsci la denomina “hegemonía”(4). Es justamente esta hegemonía la que entrega las bases a la división entre “nosotros”, occidentales y “ellos”, orientales. Lo mismo se puede argumentar para señalar otras relaciones de poder y otras divisiones, como la del peruano en nuestro país, la del “sudaca” en Europa, etc.
Toda esta explicación de la xenofobia desde el ámbito cultural, ha sido reforzada históricamente, en nuestra región, desde los discursos oficialistas, básicamente por el recuerdo de guerras y pugnas fronterizas. Bajo este criterio, se puede decir que muchas veces, los Estados han promovido una “xenofobia funcional”, destinada a asegurar la fidelidad ciudadana a los valores patrióticos, en el caso de un conflicto bélico(5). Todo esto le ha dado un trasfondo histórico a las relaciones de discriminación en algunos países sudamericanos hacia los inmigrantes de países vecinos. Es lo que ocurre en el caso de los peruanos residentes en Chile, que pasamos a revisar a continuación.

Migración peruana en Chile
La colonia peruana residente en Chile presenta características muy marcadas. Primero, se puede señalar que es una masa de trabajadores, puesto que la mayoría de las personas que ingresa al país desde Perú está en plena edad laboral, lo que confirma el carácter económico de esta migración(6). Segundo, la población total de peruanos en nuestro país asciende a aproximadamente 80.000 personas(7), por lo tanto, no supera a la cantidad de argentinos que hay en el país. Tercero, los peruanos residentes poseen una buena calificación educacional. Por ejemplo, el 24% de ellos poseen estudios técnicos universitarios completos y el 59% tiene completa su educación secundaria(8). Una cuarta característica importante de destacar es el nivel de feminización que presenta la migración, puesto que el 60% del total son mujeres, situación muy diferente a otras migraciones en el país (Ecuador 55%, Argentina 50% y Bolivia 54%)(9). Este último aspecto cuestiona las teorías acerca de que son los hombres los primeros que salen a buscar mejores condiciones de empleo. Como quinta y última característica importante, se puede señalar la concentración de peruanos en la Región Metropolitana, donde reside el 78,1% del total de inmigrantes, aun cuando la Primera Región cuente con el 12,1%(10).
Todas estas características nos presentan una aproximación a la realidad e la migración peruana, y contribuyen a cuestionar mitos acerca de esta situación. Por ejemplo, considerar que los peruanos son una “masa incontrolable” de personas que ingresan a Chile y que, de forma abrupta vienen a ocupar plazas de trabajo en desmedro de chilenos, suena bastante fuera de lugar. Primero, se debe considerar el hecho de que son 800.000 los chilenos que residen en el exterior, por lo que si se establecen políticas de “puertas cerradas”, seríamos bastante perjudicados al casi doblarse los índices de cesantía(11).
Otro mito es la baja calificación educacional que presentan los inmigrantes peruanos. Las cifras entregadas nos demuestran lo contrario: son personas de una calificación bastante alta, que salen de su país por estrictas situaciones económicas, buscando mejores condiciones de empleo. De todas maneras, estas personas se encuentran con un panorama bastante desalentador en este sentido, terminando muchas veces desempeñando funciones de menor calificación a su preparación y a lo que hacían en Perú(12). Eso último se explica por las altas barreras existentes hacia la convalidación de estudios(13), además de la discriminación existente en el mercado laboral chileno hacia los peruanos.
Un grave problema que se da entre los inmigrantes peruanos residentes en nuestro país, es el de su situación de salud. La grave situación previsional que presentan estas personas –el 41% de ellos no tiene previsión de salud-, agrava las fuertes deficiencias en esta materia. Por ejemplo, aproximadamente un 20,8% de los peruanos residentes en el país han sufrido trastornos de ánimo, un 12% problemas físicos y un 38,9% de ambos. Lo preocupante –y que atañe directamente a los problemas de adaptación- es que un 85% declara no haber sufrido esos problemas en su país. A esto, se debe agregar que un 24,2% no solicitó ayuda médica de ningún tipo, principalmente a causa del mencionado problema de previsión(14).
Este cuadro de caracterización de la situación de los inmigrantes en nuestro país, sumado a la existencia de mitos sobre estas personas, nos lleva inexorablemente a pensar en la presencia de una alta discriminación hacia la colonia peruana residente en Chile. Para revisar las causas de esta discriminación se debe tener en cuenta toda la argumentación que presenta Said, en la formación de discursos acerca del otro, que ya fue explicado más arriba
Pero las causas específicas de esta discriminación son atribuidas a una diversidad de factores, constituyendo una parte importante de ellos la existencia de un discurso xenófobo, alimentado por el recuerdo de la Guerra del Pacífico y revitalizado por recientes disputas territoriales. A continuación, revisaremos dos de las más importantes explicaciones que se han formulado a la discriminación hacia la colonia peruana en chile.

a) Discriminación por identidad
La primera explicación es presentada por Francisco Mahaluf, publicada por la FLACSO en su página web, en un artículo denominado “¿Qué nos pasa a los chilenos frente a la migración peruana”. Este autor se basa en el Informe de Desarrollo Humano del año 2002, que llevó por nombre “Nosotros los chilenos: un desafío cultural”, en el cual se establecían las dificultades históricas que hemos tenido para formarnos un imaginario de identidad, por lo cual la “identidad cultural chilena” se encuentra muy debilitada.
Desde esta perspectiva, Mahaluf señala que ante esta dificultad de saber qué es “ser chileno”, nos apoyamos en la discriminación hacia los peruanos para responder nuestros cuestionamientos de identidad. De esta forma se generaría un discurso de “no sé quien soy, pero no soy como tú”(15). Agregándole a este razonamiento, el hecho de que los peruanos sí presentan rasgos de identidad, con marcados sentidos de pertenencia y un mayor bagaje cultural y ancestral, el cual los hace sentirse orgullosos de su pueblo, nos generan fuertes rechazos. Aquí el discurso cambia de forma, pues se representa por la forma “me molesta que tú sí sepas quién eres, y como envidio que tengas claridad acerca de tu identidad, te rechazo”(16).
Como grupo, creemos que esta tesis puede ser contrarrestada rápida y fácilmente, al contraponer la generalizada aceptación existente en el país hacia el inmigrante europeo y norteamericano, los cuales también presentan fuertes sentidos de pertenencia y poseen, en mayor medida que los peruanos, un largo bagaje cultural y ancestral.

b) Discriminación étnico-racial
Una segunda explicación a la discriminación hacia los inmigrantes peruanos en Chile, es la de tipo étnico-racial, la que los diferencia de otras inmigraciones, por ejemplo, hacia los argentinos y europeos. Esta tesis es presentada por Hopenhayn y Bello, en un trabajo presentado por la CEPAL, en el cuál señalan que:
“En América Latina y el Caribe la xenofobia hunde sus raíces históricas en la discriminación étnico-racial. El imaginario cultural de negación del otro se transfiere más tarde al otro-extranjero, sobre todo si no es blanco y migra desde países caracterizados por una mayor densidad de población indígena, afrolatina o afrocaribeña”(17).
Desde esta perspectiva, se puede armar un panorama explicativo de la discriminación en nuestro país. No es lo mismo ser un inmigrante proveniente de un país predominantemente influenciado por culturas de países desarrollados, como es el caso argentino, o como las inmigraciones europeas propiamente tales, pues son frecuentemente más aceptados y poseen mejores perspectivas laborales que los inmigrantes de países con preponderancia de población indígena, como lo son los casos ecuatoriano, peruano y boliviano. Esto puede tener una explicación en las perspectivas de futuro y desarrollo que tenemos como país: mientras más nos queremos acercar a las culturas de países desarrollados, mejor es la aceptación hacia sus inmigrantes, pues tenemos la posibilidad de conocer sus costumbres, hacia las cuales intentamos incesantemente acerarnos e imitar sus modelos de sociedad. En otras palabras “hacia allá pretendemos ir”, por lo tanto, conocer su cultura es ir hacia delante. Esto queda demostrado en la creciente imitación de costumbres norteamericanas. Por el contrario, las inmigraciones de países con preponderancia de población indígena, como lo es Perú, nos parece un retroceso, por cuanto nos acerca hacia costumbres que representan una especia de retroceso en nuestro nivel de desarrollo(18). Este sesgo rápidamente se transforma en caracterizaciones hacia los inmigrantes de lugares “menos desarrollados”, utilizando algunas designaciones verbales de corte denigrante, como lo explica Hopenhayn y Bello:
“…los migrantes paraguayos y bolivianos en Argentina han sido, desde hace décadas, apodados como “cabecitas negras” (como también los argentinos del norte, donde es más alta la densidad de población aymara). En Chile, los migrantes peruanos y ecuatorianos de años recientes son vistos como “cholos”. En Perú los ecuatorianos reciben el apodo de “monos”, que dentro del Ecuador es el apodo que recibe la población guayaquileña. Todas estas expresiones asocian sentimientos xenofóbicos a la secular discriminación étnica o racial”(19).
De esta forma, podemos entender esta característica de la discriminación como un problema transversal en toda Latinoamérica, y no como un problema que tenga raíces en nuestra propia idiosincrasia. Entre las acciones que plantean Hopenhayn y Bello para superar esta discriminación se encuentran, por ejemplo, que los sistemas políticos a nivel nacional emitan mensajes pro tolerancia y fraternidad, promocionando los aportes que entregan los inmigrantes y cooperando con mejorar la percepción social hacia la globalización; que tanto los países expulsores como los receptores trabajen en políticas conjuntas que persigan una mejor calidad de vida para los inmigrantes; que se utilice la educación básica para fomentar los valores anti-discriminación, aprovechando su generalizada cobertura en la región y eliminando contenidos xenófobos en la enseñanza, particularmente en los contenidos históricos sobre las guerras de los dos últimos siglos; que se evite que los medios de comunicación utilicen elementos de “sensacionalismo nacionalista” que sirven para promover la intolerancia; que se genere conciencia hacia la situación de los inmigrantes, especialmente los refugiados políticos; y finalmente, que se apoye a grupos de sociedad civil que trabajan en estos temas, como el combate a la xenofobia, el racismo y todas las formas de discriminación(20).
De esta manera se puede trabajar por sociedades latinoamericanas más solidarias y menos racistas, ayudando a generar también nuevos modelos de desarrollo, más “humanos”, permitiendo incluso mejorar las relaciones comerciales y económicas con nuestros vecinos, especialmente con Perú.

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(1) Cf. Bhabha, Homi: El lugar de la cultura. Buenos Aires: Manantial, 2002. pp. 18-19
(2) Cf. Said, Edward W.: Orientalismo. Madrid: Editorial Debate, 2002.pp. 30-54.
(3) Ibid. pp 30-54.
(4) Ibid. pp. 26.
(5) Cf. Hopenhayn, Martín; Bello, Álvaro: Discriminación étnico-racial y xenofobia en América Latina y el Caribe. Santiago, Centro de Estudios para América Latina y el Caribe, 2001. p. 43.
(6) Cf. Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) (a): Dan a conocer estudio sobre migración peruana en Chile. http://www.flacso.cl/flacso/main.php?page=noticia&code=661
(7) Cf. Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) (b): Más de 80.000 peruanos residen en Chile. http://www.flacso.cl/flacso/main.php?page=noticia&code=271
(8) FLACSO (a), op. cit.
(9) Bazo, Francisco: La visión desde los migrantes (Encuentro Perú-Chile, El desafío de la solidaridad, (OIT). http://www.oit.org.pe/spanish/260ameri/oitreg/activid/proyectos/actrav/proyectos/pdf/pres_fbazo.pdf. p. 2.
(10) Ibid. p. 2.
(11) Cf. Mahaluf, Francisco: ¿Qué nos pasa a los chilenos con la migración peruana?
http://www.flacso.cl/flacso/biblos.php?code=1340
(12) Bazo, op. cit. p. 2.
(13) Ibid. p. 2
(14) FLACSO (a), op. cit.
(15) Mahaluf, op. cit.
(16) Ibid.
(17) Hopenhayn y Bello: 2001. op. cit. p. 43
(18) Mahaluf, op. cit.
(19) Hopenhayn y Bello: 2001. op. cit. p. 43.
(20) Cf. Ibid p. 48-50.

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